Y LA LITERATURA SE CRUZÓ EN SU CAMINO...

El pabellón 4 de la cárcel de Florencio Valera, en Buenos Aires, es el módulo del horror. Allí están los presos más peligrosos, reinan las navajas y circula la droga, incluso los guardias deben ir con sus armas por delante para protegerse de los ataques. Allí estuvo Carlos Mena, condenado a ocho años de prisión por robo. Solo quería salir de allí, estaba dispuesto a hacer lo imposible, pero un día la literatura se cruzó en su camino.

Alberto Sarlo, antiguo estudiante de derecho y hoy día abogado, se propuso visitar la cárcel con un proyecto cultural. Así, con su formación también filosófica, empezó a impartir talleres de literatura a los presos de este pabellón, llegando a pasar por allí hasta más de 1000 reclusos. Una vez a la semana, Sarlo sale de su despacho y se adentra en este mundo entre rejas para hablar sobre Sartre, Borges y muchas grandes "rocas pensantes", como a él le gusta llamarles.

Sarlo fundó su editorial "Cuenteros, verseros y poetas", una cooperativa que regala sus ejemplares a comedores penales de la zona para intentar que gocen de una rica biblioteca. Ya ha publicado cinco libros con las fabulosas historias que escriben sus alumnos.

Desde que el abogado empezó a impartir sus clases, la violencia se ha reducido considerablemente en el pabellón 4. Claro se ve en el ejemplo de Carlos Mena, de quién al principio hablaba. Un expreso violento que solo buscaba la forma de escapar de esa horrorosa cárcel participó en los talleres de Sarlo. Apenas sabiendo leer, se convirtió en su mejor alumno, y a día den hoy ya ha publicado varios relatos, además de coordinar junto al abogado las jornadas literarias de la cárcel para transformar a delincuentes en escritores a golpe de lectura.

Así nos dice Alberto Sarlo que continuará haciendo lo que hace porque «la educación es trascendental para lograr algo que se asemeje a la igualdad».

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Fuente: PIXABAY

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